A lo largo de la
historia al igual que con las esculturas han pintado numerosos cuadros en los
que aparece mi imagen.
Cuento con un gran
número de representaciones en el arte griego y romano, al tratarse de una
divinidad muy antigua. Yo no sólo soy la diosa de la agricultura, sino que
también soy la protectora de todos los frutos nacidos por la influencia del
hombre y concreto mi dominio en el trigo y otros cereales, las primeras plantas
que la humanidad cultivó y que constituyeron la base de la alimentación
antigua. A mi está asociado el ciclo de las estaciones del año, que está
regulado por la presencia o ausencia de mi hija Perséfone.
En las representaciones antiguas aparezco con frecuencia sentada en un carro
rodeada de antorchas. Los atributos que contribuían a identificarme eran las
espigas de cereales, el narciso y la amapola. En la pintura, del Renacimiento
hasta el s. XX, se añaden a estos atributos el cuerno de la abundancia (la
cornucopia), que suele reposar en mis manos o en mi regazo y también las
flores, las frutas, el grano o la hoz. Mis cabellos aparecen casi siempre recogidos
y adornados con espigas o con amapolas. El caballo, la serpiente, el
cerdo y la grulla son los animales de los que puedo estar acompañada, pues se
me relaciona con todos ellos.
